La expansión de la inteligencia artificial (IA) en la era digital ha generado tanto avances significativos como desafíos únicos, especialmente en lo que respecta a la veracidad de la información.
Las herramientas de IA tienen la capacidad de crear textos, imágenes, audios y videos falsificados que parecen auténticos (conocidos como “deepfakes”), lo que dificulta la diferenciación entre contenido genuino y fabricado. Esta habilidad permite a individuos malintencionados automatizar y ampliar sus campañas de desinformación, incrementando su alcance e impacto considerablemente.
No obstante, la IA también es una aliada en la lucha contra la desinformación. Los sistemas de IA avanzados pueden examinar patrones, uso del lenguaje y contexto para moderar contenidos, verificar la autenticidad de noticias y detectar información incorrecta y engañosa.