Yvon Chouinard pudo vender la marca, valorada en US$3.000 millones según el New York Times, o hacerla entrar en bolsa.
Pero tras ponerse de acuerdo con su mujer y sus dos hijos, decidió transferir 100% de sus partes a un fideicomiso encargado de asegurarse de que sus valores sean respetados, y a una asociación de lucha contra la crisis climática y la protección de la naturaleza, a las que se donarán los beneficios.
“La Tierra es ahora nuestra única accionista”, escribió en una carta publicada en el sitio de Patagonia.
“Nunca quise ser un hombre de negocios. Comencé como artesano, fabricando material de escalada para mis amigos y para mí mismo, antes de pasar a la ropa”, recuerda.
Fundada hace unos 50 años, Patagonia se comprometió rápidamente a favor de la protección del medioambiente, eligiendo con cuidado sus materias primas o donando 1% de sus ventas cada año a oenegés medioambientales. Pero no era suficiente, según su fundador.
“Una opción era vender Patagonia y donar todo el dinero. Pero no podíamos estar seguros de que un nuevo dueño mantendría nuestros valores y conservaría al conjunto de nuestros empleados”, resalta en su carta.
Y hacer entrar a Patagonia en bolsa habría sido un “desastre”, predice. “Incluso las empresas que cotizan con buenas intenciones son sometidas a demasiada presión para generar ganancias a corto plazo en detrimento de la vitalidad y la responsabilidad de largo plazo”.
Patagonia seguirá siendo una empresa que se preocupa por su situación financiera y funcionará con un consejo de administración y un director general.
Fuente: Estrategiasynegocios