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Este nuevo material tiene el potencial de disminuir en un 40% las emisiones de CO2 asociadas con la producción de cemento para el año 2030.

Cada año se producen cuatro toneladas de hormigón por habitante en la Tierra, una escala verdaderamente enorme, pero eso tiene un precio. El cemento, el pegamento que une el hormigón, es responsable del 8% de todas las emisiones mundiales de carbono.

Es crucial encontrar una solución para reducir el impacto climático del hormigón y, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades de las economías en crecimiento.

El clínker, componente clave del cemento, es extremadamente intensivo en carbono y representa el 90% de las emisiones totales de cemento en la fabricación de hormigón. Afortunadamente, existen varias estrategias probadas que pueden reducir drásticamente la cantidad de clínker necesaria para fabricar cemento y hormigón. Una de las soluciones más prometedoras es el cemento de arcilla calcinada con caliza, conocido como LC3 por su nombre en inglés, limestone calcined clay cement.